Activan procesos para alimentarse, cuidar su salud y capacitarse.
En el paisaje urbano de la Ciudad de México hay pocas iniciativas colectivas que desde su propio territorio hagan frente a la emergencia social y sanitaria causada por la pandemia.
Dos comunidades que reúnen a 676 familias ubicadas en los barrios populares de las alcaldías de Iztapalapa e Iztacalco. En su mayoría se dedican al comercio o desempeñan algunos oficios como zapateros o panaderos.
Sus territorios hoy son laboratorios sociales donde diseñan sus propias acciones para alimentarse, cuidar su salud y capacitarse, para hacer frente a la pandemia y sus efectos.
La panza es primero
El 13 de abril en la comunidad Centauro del Norte se ofreció en el desayuno huevo en salsa verde con frijoles. Para la comida se sirvió pollo a la jardinera con arroz blanco. A las 8 de la noche la cena fue molletes con té.
El comedor comunitario, habilitado para ayudar a las familias que se quedaron sin trabajo por la pandemia, fue replicado el lunes siguiente en la comunidad de Acapatzingo. En el desayuno hubo chilaquiles verdes, pollo para la comida y la cena fue, como en la Centauro, con molletes.
Desde entonces, los alimentos se sirven para llevar y por la noche se pasa a recoger la colaboración que no va a exceder los 100 pesos por familia sin importar cuantas personas la integren.
Cooperativas de vivienda y proyectos de vida
La comunidad de Acapatzingo se gestó en 1994 con la toma de un predio en Iztapalapa para atender las carencias de vivienda. Con esfuerzo y organización 596 familias lograron pagar el espacio ocupado, construir sus casas y continuar el proyecto colectivo de vida.
Debido a que las necesidades de vivienda no han dejado de acumularse en la ciudad y la experiencia cooperativa probó su viabilidad, nació posteriormente su cooperativa hermana Centauro del Norte con 80 familias en la alcaldía Iztacalco.
Cada comunidad se organiza en asamblea, brigadas y comisiones de vigilancia, mantenimiento, salud, educación y cultura, entre otras. Estos espacios de autonomía han sido promovidos por la Organización Popular Francisco Villa de Izquierda Independiente (OPFVII), al igual que otros seis más.
Para Enrique Reinoso, promotor de las cooperativas de vivienda, los tropiezos del proceso colectivo han sido muchos pero
“lo que importa es volver a levantarse y seguir caminando”.
Zona de contagio organizativo
La emergencia sanitaria-económica y social arrincona a los grupos más vulnerables de la ciudad. Tienen la posibilidad de contraer el Coronavirus y la certeza del desempleo, del hambre y de quedarse sin casa.
Para Elia Silva Hernández, integrante de la cooperativa de vivienda de Acapatzingo, lo más importante es “que decidimos que lo vamos a enfrentar juntas, juntos y organizados. Que eso lo que nos ha posibilitado para mejorar nuestra vida”.
La cuarentena en comunidades bien entrenadas como las de Acapatzingo y Centauro del Norte permite que sus comisiones activen acciones de protección y apoyo para sus habitantes, además del comedor comunitario.
La comisión de salud se dedica a dar información sobre la pandemia. Organizan talleres de cubre bocas y gel antibacterial para las personas que se quedaron sin empleo. Además cuenta Elia:
“Instalaron unas tarjitas en las entradas de las comunidades para lavarnos las manos”.
Las casas de salud están abiertas todos los días “para atender a los compañeros que se sientan enfermos”. Dan seguimiento a la población de mayor edad que tiene enfermedades crónicas, agrega Elia, y se le apoya para realizar sus compras.
La comisión de vigilancia en un espacio autogestionado debe coordinar las acciones que garanticen la seguridad con la participación de sus habitantes. Ahora además en los accesos a las comunidades aplican el gel antibacterial.
La comisión de cultura da talleres de lectura y cineclub; la de deportes promueve activaciones físicas: “en todas las comunidades se está haciendo casi lo mismo”, señala Elia.
En la CDMX la realidad golpea más fuerte a sus sectores populares y los casos de coronavirus son los más numerosos en el país, pero existen comunidades que hacen frente a la crisis con solidaridad, imaginación y rebeldía. Sólo así se comprende lo que Elia dice tranquila:
“Ante todo esto que vivimos me siento muy cobijada”.
Con información de: Desde Abajo (daTV), Subversiones, Comunicación de OPFVII
fuente: www.lacoperacha.org.mx