Honestidad, equidad, solidaridad, igualdad y ética empresarial. Estos son los descriptores que, para Juan Antonio Pedreño, presidente de CEPES, definen la naturaleza de la economía social. Esto lo cumplen, explica Pedreño, “empresas con alma” que anteponen el bienestar de las personas a la rentabilidad económica.
“El dinero es importante en los proyectos empresariales, pero está subordinado al beneficio de las personas”, asegura en esta entrevista Juan Antonio Pedreño, actual presidente de la Confederación Empresarial Española de la Economía Social y de la Economía Social Europea. Tras casi cuarenta años de dedicación a este sector, destaca como seña de identidad de esta actividad el trabajo para que “no haya desigualdades ni dentro de la empresa ni en la sociedad” y su lucha a favor del “empleo decente”. La magnitud de este sector se traduce en España en 45.000 empresas en las que trabajan más de dos millones y medio de personas comprometidas. En Europa, por su parte, hay contabilizadas en torno a tres millones de compañías, con cerca de 14 millones de trabajadores.
Esta notable implantación, sumada a la progresiva expansión de este tipo de empresas, ha llevado a la Comisión Europea al compromiso de elaborar un Plan de Acción en favor de la Economía Social que, antes de la grave crisis sanitaria ocasionada por el COVID-19, estaba previsto tener finalizado en 2021. Pedreño no duda en colocar a nuestro país como punta de lanza de este sector: “España, no nos debe dar ningún rubor decirlo, ocupa en este momento el primer puesto no solo en cuanto a volumen de empleo, sino que somos un referente normativo y legislativo en economía social en Europa y en el mundo”. Un ejemplo claro de ello fue la elaboración en 2011 de la primera Ley de Economía Social.
Sin embargo, la virtualidad de esta economía no solo descansa en factores cuantitativos de empleo. También puede ser el antídoto más eficaz para garantizar el futuro de lo que hoy se denomina ‘la España vaciada’. “Un informe del CES determinó que 2.500 pueblos estaban en situación de abandono y que, seguramente, la única figura empresarial que puede frenar ese abandono es la economía social a través de cooperativas”, apunta Pedreño. Y más allá del ámbito geográfico, concluye que el espíritu que motiva a la economía social no varía: “Para que otro mundo sea posible, otra economía es necesaria”.
fuente: elmundo.es