Los productores “nos hemos comprometido a seguir trabajando y que los alimentos lleguen a la población, porque es nuestra parte en esta emergencia, ante la pandemia mundial”, declaró a responsables de la FAO la granjera Stefanía Silveyra, dirigente de las Cooperativas Agrarias Federadas de Uruguay.
La cooperativista de 24 años dijo que “seguimos las recomendaciones de la FAO (Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura) para garantizar que continúe toda la cadena productiva, más allá del predio, de la cooperativa, para que los alimentos lleguen adecuadamente a la población”.
“Todas las redes de cooperativas están muy comprometidas con la producción sostenible de alimentos, en forma responsable, tomando las medidas necesarias para evitar cualquier contagio de la covid-19”, sostuvo otro joven cooperativista, David Pacheco, de 26 años.
Pacheco es integrante de la cooperativa El Fogón, en el central departamento de Durazno, principalmente dedicada a la producción de leche, como el tambo (establecimiento para el ordeño) que trabaja bajo arrendamiento la familia de Silveyra.
Los jóvenes hacen parte de la condición y riqueza ganadera de Uruguay, destacó la FAO, que participa con cooperativas agrarias y otras asociaciones rurales en un estudio de los pastizales que cubren 60 por ciento de la superficie del país.
Uruguay, de 3,5 millones de habitantes, tiene una cabaña ganadera con 10,3 millones de vacunos en 25 000 predios y 6,7 millones de ovinos en 17 000 establecimientos, según estadísticas del Ministerio de Ganadería, Agricultura y Pesca.
La producción anual de leche supera los 2200 millones de litros y la de carne vacuna el medio millón de toneladas, dos tercios de las cuales se destinan a la exportación. Se calcula de 80 por ciento de las exportaciones uruguayas son agroindustriales.
La nación tiene unas 200 cooperativas agropecuarias, parte de las 3600 organizaciones de ese tipo en el país –más de 2000 en el sector vivienda-, con 25 000 empleados y servicios a unas 800 000 personas, según la Confederación Uruguaya de Entidades Cooperativas (Cudecoop).
La mayor es la Cooperativa Nacional de Productores Lecheros (Conaprole), una organización sui generis, pues fue creada por una ley de 1935 que buscó garantizar la cantidad, constancia y calidad del suministro de leche a la capital, Montevideo.
Tiene unos 2000 socios, otros tantos empleados y se la considera la mayor exportadora de leche en América Latina.
El campo uruguayo se ha visto afectado por una sequía pertinaz, pese a lo cual en el primer trimestre de 2020 se incrementó la producción lechera, tres por ciento más que en el mismo período de 2019, lo que según Conaprole responde a mejor tecnología de gestión, genética y combinación de dietas a los animales.
Las cooperativas agrarias “y las expresiones de agricultura familiar son claves para mantener la soberanía alimentaria y atender la necesidad de alimentar a la población en estas situaciones complejas”, dijo Graciela Fernández, presidenta de Cudecoop y vicepresidenta de la Alianza Cooperativa Internacional.
La actual pandemia “cambia las agendas y pone al movimiento cooperativo en una postura de defensa de sus principios y valores. La ayuda mutua, la solidaridad y la cooperación están sobre la mesa de organismos multilaterales, gobiernos y las organizaciones de la sociedad civil”, agregó Fernández.
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