Hace aproximadamente un año, la Confederación Uruguaya de Entidades Cooperativas (CUDECOOP) y sus socias del sector Vivienda, convocamos a la prensa para hacer pública nuestra preocupación sobre el futuro de las cooperativas de vivienda, en el marco de una preocupante parálisis en el sistema.
Hoy es necesario reiterar nuestra profunda preocupación. Si bien se han logrado destrabar algunos de los puntos planteados en ese momento, la proyección del cooperativismo de vivienda hacia el futuro, sigue estando seriamente comprometido.
En la entrevista mantenida con la Ministra y su gabinete hace pocos días, volvimos a repasar la necesidad de garantizar -al menos- mantener los recursos a la construcción de viviendas por el sistema cooperativo, un sistema que desde hace más de 50 años viene demostrando ser una solución eficiente y eficaz para la provisión de vivienda digna a los sectores populares. No hay ningún otro sistema que haga lo que hace el cooperativismo, con impactos no solamente en la vivienda, sino en el desarrollo social de los barrios, extensión de servicios, cambios y aportes culturales, entre muchos otros más.
El escaso presupuesto asignado a vivienda -en el marco de los recortes iniciales y producto de la aplicación de la anunciada regla fiscal que ha afectado gravemente al MVOT- pero muy especialmente, un Presupuesto Nacional que baja a la mitad los recursos del Programa destinado a las cooperativas de vivienda para el 2024, pone en dudas el cumplimiento de las promesas de campaña, respecto a la política de vivienda de interés social, que el propio Gobierno definió como una de sus prioridades.
No se puede construir vivienda de interés social si no se asigna un presupuesto justo y se apuestan todas las fichas a la especulación del sector privado. El mercado capitalista nunca va a anteponer la felicidad pública a su voracidad financiera. El afán de lucro está por encima de las necesidades de la gente.
Las medidas y los recursos económicos deben ser complementados con decisiones metodológicas y planificadas que pongan realmente el tema de la vivienda social en lugares de relevancia. No se puede avanzar en los proyectos cooperativos si no se impulsan cronogramas que posibiliten el avance de las cooperativas en los procesos hacia la obtención del préstamo. Un cronograma inadecuado actúa como un obstaculizador del avance de la cooperativa en el tortuoso camino hacia el préstamo. El trámite para la viabilidad de los terrenos no puede quedar sujeto a la escasez de personal en un Ministerio, o a la falta de recursos económicos: las familias necesitan poder avanzar en el camino hacia la concreción del préstamo.
Es en ese sentido que sostenemos que los cronogramas a corto plazo no permiten visualizar el desarrollo de un modelo en el tiempo, es necesario contar con una planificación a mediano y largo plazo, que actúe como horizonte para todas las partes involucradas, el Estado, las cooperativas, los institutos técnicos; pero por sobre todas las cosas para los cientos de familias que ven diluirse en el tiempo su ilusión al no poder concretar su aspiración de una vivienda digna.
Hace un año comunicábamos a la opinión pública que las cooperativas construimos en el rango que el Ministerio solicita: menos de 1.000 USD el metro cuadrado. Esta es una realidad que se constata desde hace más de 50 años. Construimos eliminando el intermediario, somos quienes administramos directamente nuestro préstamo, velando por el uso más eficaz y eficiente del dinero público. Somos el mejor aliado de los gobiernos para dar una respuesta efectiva a las necesidades de vivienda de la población con mayores dificultades de acceso.
Hace pocos días, el Gobierno emitió los nuevos valores de tasación por metro cuadrado construido, que es un indicador para la elaboración de los proyectos constructivos. Ese valor de tasación emitido es significativamente mayor que el histórico del sector cooperativo. Este aumento del metro cuadrado, lejos de ser una buena noticia, es una noticia que preocupa y busca emparejar el costo de las cooperativas con las de la empresa privada, que aún con beneficios, construye más caro, contribuyendo además al proceso inflacionario general.
La diferencia entre las empresas y las cooperativas, es que el capital de la construcción vende las unidades construidas a precios exorbitantes, recuperando su inversión con creces, manteniendo un negocio muy lucrativo. Las cooperativas por otra parte devuelven al Estado durante 25 años, el capital prestado, con tasas que hoy superan ampliamente el costo del dinero del Estado, alejándose de la intencionalidad original, que era la de proveer vivienda digna, al alcance de las posibilidades de pago de la familia trabajadora.
Las cooperativas de vivienda contamos con suficiente legitimidad y trayectoria para sostener enfáticamente que lejos de ser parte del problema, somos una alternativa válida para solucionar el déficit habitacional que existe en nuestro país. Así lo demuestra la gran expansión que en la última década ha poblado de cooperativas cada rincón del Uruguay.
Construimos viviendas dignas, mejoramos el territorio donde se instalan nuestras cooperativas, llevamos servicios adonde no llegaban, construimos barrios más integrados y que se integran a la comunidad circundante. ¿Qué más tiene que suceder para se entienda que somos la mejor de las soluciones?
La promesa electoral de priorizar la vivienda, de abatir los asentamientos, requiere no solamente de mayor presupuesto, sino también de señales claras en el sentido de las soluciones constructivas a privilegiar y no de las especulaciones de cara al mercado y a los inversionistas privados.
La Ley Nacional de Vivienda de 1968 creó un instrumento que garantiza los fondos necesarios para la construcción, el Fondo Nacional de Vivienda. En ese sentido es fundamental fortalecerlo y para ello, el movimiento cooperativo tiene propuestas.
¡LAS COOPERATIVAS SOMOS PARTE DE LA SOLUCIÓN!
CUDECOOP
FECOVI
FUCVAM
CCU
fuente: www.cudecoop.coop